viernes, 16 de noviembre de 2012

CRÍTICA "LA REPÚBLICA CULTURAL"

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Extremities, la frontera difusa entre el bien y el mal
   Brillantes interpretaciones en una historia que nos lleva al límite


Virginia Fernández - La República Cultural

La venganza es un plato que se sirve caliente en Extremeties, una obra de William Mastrosimone que ha llegado a la sala Triángulo de la mano del director Pedro Casablanc, con la participación de Nexus Producciones. El ritmo y la intensidad de las interpretaciones nos guían a través de esta historia que se estrenó originalmente en 1982 en el Westside Theatre de Nueva York y que fue adaptada posteriormente al cine en 1986, cosechando buenas críticas.

Desvelar demasiados detalles de esta historia sería contraproducente a la hora de disfrutarla tan intensamente como merece. Sin embargo, cabría destacar sobre todo que las tres protagonistas nos platean a través de sus interpretaciones tres maneras diferentes de enfrentarse a una situación límite. De la misma manera, nos conducen a formularnos preguntas sobre la condición humana y sus debilidades: ¿hasta que punto la inocencia puede tornarse en crueldad cuando se trata de hablar de justicia?, ¿es la justicia demasiado ineficaz en cuestiones de violencia de género en una sociedad predominantemente machista?, ¿hasta que punto sentirse desprotegido puede conducir a querer tomarse la justicia por cuenta propia?

La obra viene a demostrarnos que las fronteras entre el bien y el mal son difusas. Que todos en un momento dado podemos perder los papeles y que no es lo mismo asistir a un hecho injusto que ser víctima de la injusticia en primera persona. Las protagonistas pasarán por distintas fases en ese camino ascendente hacia la resolución del conflicto, dejando al descubierto sus personalidades, la relación de amistad y las rencillas que existen entre ellas, así como la posibilidad de poner sobre la mesa los secretos que nunca antes han sido desvelados.

La manipulación del discurso a la hora de convencer se convertirá en un arma fundamental para poner a sus protagonistas a favor o en contra de “la víctima” y “el verdugo”, que intercambiarán constantemente sus roles a lo largo de la obra. La versatilidad de ambos papeles protagonistas hace muy atractivo el lugar que ocupan en la escena, de manera que ambos actores tienen una gama muy rica de emociones con las que poder trabajar sobre el escenario.
En un tono tragicómico esta adaptación destaca además por la potencia de las interpretaciones, ya que los actores saben medir de manera justa las dosis de ironía y tragedia. Las actuaciones convencen y no dejan respiro al espectador, que desde el principio queda atrapado en el dilema que se le plantea junto a las protagonistas. Los movimientos, la interacción y el espacio entre los personajes están cuidadosamente medidos, de manera que la historia fluye sin tropiezos.

También hay que añadir que la escenografía y los detalles se han cuidado minuciosamente para adentrarnos en una atmósfera tensa y trepidante desde el inicio hasta el final, de manera que las emociones del espectador son conducidas hábilmente hacia el desenlace.








RESEÑA de METROPOLI, suplemento de EL MUNDO


domingo, 4 de noviembre de 2012

MOMENTOS DE LA FUNCIÓN

Jaco acosando a Farla
¿Que pasa con este bote de insecticida?

¿De qué hablan Farla y Coca?
¡Qué bien se lo pasa Jaco en la bici estática! ¿no?

Parece un día normal en casa de las chicas....seguro?

REPARTO EN ESCENA

 Isabel Pintor es FARLA

Juan Antonio Molina es JACO
Débora Izaguirre es PATRICIA
Sara Illán es COCA